Apéndice

Elogio a "los servidores de la Palabra" (Lc 1,2) - Prefacio

Pbro. Dr. Carlos María Galli
Facultad de Teología. Ponticia Universidad Católica Argentina, Argentina

Revista Teología

Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina

ISSN: 0328-1396

ISSN-e: 2683-7307

Periodicidad: Cuatrimestral

vol. 59, núm. 138, 2022

revista_teologia@uca.edu.ar



C. M. Galli, “Prefacio. Elogio a “los servidores de la Palabra” (Lc 1,2), en: V. M. Fernández; C. M. Galli (eds.), “Testigos y servidores de la Palabra” (Lc 1,2). Homenaje a Luis Heriberto Rivas, Buenos Aires, San Benito, 2008, 7-16.

Los encomiendo al Señor y a la Palabra de su gracia (Hch 20,32)

1. San Lucas inicia el Evangelio con la frase Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron trasmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra (Lc 1,1-2).

La fe en Cristo, Evangelio de Dios para nuestra salvación, Palabra hecha carne para revelarnos al Padre misericordioso, Acontecimiento mayor de la historia humana, nos ha sido transmitida por textos y por testigos, por textos escritos por testigos. Unos pocos, en los comienzos, fueron testigos “oculares” que vieron y creyeron en los hechos y dichos del Señor; muchos otros somos testigos “auditivos”, que escuchamos y creemos en el anuncio de Cristo a través de su Iglesia. Unos y otros, antes y ahora, somos llamados a ser servidores de la Palabra de Dios “viva y eficaz” (Hb 4,12). Por eso el cristianismo no es una “religión del Libro” sino la fe y la religión de la “Palabra de Dios”, “no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo”, como decía san Bernardo de Claraval. Estas palabras acerca de la Palabra viva dan el tono evangélico para expresar nuestro elogio académico a Mons. Lic. Luis Heriberto Rivas, uno de los grandes “servidores de la Palabra” de la Iglesia de Dios que peregrina en la Argentina.

Durante 2008 nuestra Facultad de Teología vive acontecimientos que pertenecen a su pequeña historia y, al mismo tiempo, participa de hechos que se insertan en la gran historia de la Iglesia y de la teología. Hemos comenzado a celebrar el Año de San Pablo para conmemorar los dos mil años del nacimiento del Apóstol, conociendo mejor su figura y su obra. Se ha celebrado la asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos que trató el tema de La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. Se cumplió el primer año de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en Aparecida, cuyo Documento invita a promover la dimensión bíblica de una pastoral radicalmente misionera. Acaba de concluir el III Congreso Misionero de América que, en esa línea, ha comenzado la primera etapa de la Misión Continental, para poner a toda la Iglesia latinoamericana en un estado de misión permanente.

En este clima bíblico, evangélico, paulino, festivo y misionero nos alegra editar el libro Testigos y servidores de la Palabra” (Lc 1,2). Lo publicamos En homenaje a Luis Heriberto Rivas, uno de los grandes maestros de esta casa de estudios durante más de cuatro décadas y una verdadera columna de nuestra institución académica.

2. La Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina promueve este reconocimiento a Mons. Rivas. El pasado 4 de agosto cumplió setenta y cinco años. A los pocos días, con la aprobación del Consejo Académico de nuestra Facultad y del Consejo Superior de la Universidad, fue promovido a Profesor Emérito. Para acceder a esa condición vitalicia no basta haber sido Profesor Titular Ordinario, ni acreditar la antigüedad exigida, sino que se requieren méritos sobresalientes en la propia actividad. Luis tiene sobrados méritos académicos, a los que me referiré. Antes agrego que en 2009 celebrará sus bodas de oro sacerdotales, porque fue ordenado presbítero el 20 de diciembre de 1959, en el templo de la Inmaculada Concepción de Villa Devoto, alma mater del Seminario y de la Facultad.

Nuestra Facultad expresa su enorme gratitud a Mons. Rivas por sus grandes valores humanos, sacerdotales y académicos y, especialmente, por su amoroso servicio a la Palabra de Dios, que lo ha convertido en un biblista reconocido a nivel nacional e internacional. Este homenaje continúa una política que impulsé para el Claustro Docente durante mis decanatos (2002-2008). Consiste en generar instancias de agradecimiento para profesores de las dos primeras generaciones del clero secular que, a partir de 1957, colaboraron en renovar nuestra Facultad con su dedicación a la investigación, docencia y servicio. El 9 de agosto de 2002, al asumir el Decanato, agradecí a Mons. Dr. Ricardo Ferrara su entrega como Decano y convoqué a reconocer la tarea de los profesores ordinarios de aquellas generaciones señeras. Llevé adelante esta política, consciente de que el agradecimiento es la forma más exquisita del reconocimiento,[1] poniendo en acto la sabia máxima de san Benito en su Regla: iuniores diligere, seniores venerare.[2]

Cada año reconocimos a algún grupo de docentes y homenajeamos en vida a los más antiguos profesores de teología que, al ser promovidos a eméritos o al cumplir bodas de oro sacerdotales, seguían prestando servicios con méritos notables. Ahora, en nombre del actual Decano, Pbro. Dr. Víctor Manuel Fernández, y en el mío propio, presento esta publicación con el cual la Facultad expresa su reconocimiento a P. Luis. Ella se sitúa en una reciente tradición institucional iniciada en 1997 con el homenaje a Lucio Gera, en Presente y futuro de la teología en la Argentina, y continuada con las obras dedicadas a Eduardo Briancesco, La Fiesta del Pensar y a Ricardo Ferrara, Dios es Espíritu, Luz y Amor.[3]

3.El sembrador salió a sembrar... El sembrador siembra la Palabra (Mc 4, 3.14). Estas palabras pertenecen al texto en el que Jesús predica la parábola del sembrador a su pueblo y explica el significado a sus apóstoles. Ellas son adecuadas para resumir el servicio teológico y pastoral de Luis Rivas a la Palabra de Dios en el Pueblo de Dios. Él es un sembrador que ha sembrado incansablemente la Semilla de la Palabra de Dios mediante las semillas de sus innumerables palabras orales y escritas.[4] En 2003 las tomé como título para abrir el homenaje que, cuando él cumplió setenta años, le brindó la Sociedad Argentina de Teología (SAT), a la cual yo presidía en aquel momento. Aquel se concretó en la edición del libro, Donde está el Espíritu, está la libertad, preparado por los Profesores de Sagradas Escrituras, el grupo que Luis formó reuniéndolos durante varios años durante y después de su presidencia en la SAT.[5]

Me corresponde hacer una breve semblanza personal, profesional e institucional de Luis y de su actividad al servicio del conocimiento de la Sagrada Escritura. Presentaré los jalones más importantes de su trayectoria, advirtiendo que su servicio a la Palabra en la Iglesia ha sido amplísimo, porque ha dado y da cursos y conferencias en muchísimas comunidades e instituciones. Pondré el acento en su multifacético trabajo en esta Facultad, en la que se ha desempeñado desde 1967, por lo cual, el 25 de octubre de 2007, en el Acto Camino al Cincuentenario de la UCA, festejamos sus cuarenta años de docencia.

Los miembros de la Facultad le rendimos nuestro homenaje: autoridades, profesores, colegas, empleados, alumnos y graduados, junto con sus amigos, compañeros y discípulos. Expreso con claridad que, al nombrarlo emérito, la Facultad no declara un distanciamiento, sino que, por el contrario, lo reconoce inserto de un modo definitivo en el corazón del Claustro docente, porque esa condición equivale a la de profesor vitalicio.[6] En cuanto tal mantiene los derechos del Profesor Ordinario y puede prestar servicios de acuerdo con sus autoridades. Así, ante la fecunda vitalidad de Luis, esta laudatio permanece abierta.

4. Luis Heriberto Rivas nació en la ciudad de 25 de Mayo, en la provincia de Buenos Aires, el 4 de agosto de 1933. Ingresó en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires en 1952 y cursó sus estudios filosóficos y teológicos en esta Facultad, donde recibió el grado de Licenciado en Teología el 30 de noviembre de 1959. A los pocos días, el 20 de diciembre, fue ordenado presbítero para la Arquidiócesis de Buenos Aires. Continuó sus estudios en el Instituto Bíblico de Jerusalén y, el 26 de mayo de 1966, obtuvo la Licenciatura en Exégesis bíblica otorgada por la Pontificia Commissio de Re Biblica de la Santa Sede.

En marzo de 1967 comenzó a enseñar en la Facultad como profesor adjunto de Jorge Mejía. A lo largo de estos cuarenta y un años ha tenido a su cargo los cursos de Nuevo Testamento de forma ininterrumpida. También ha dictado las asignaturas de Introducción al Antiguo y al Nuevo Testamento, iniciando en el conocimiento de los textos bíblicos a generaciones de alumnos y alumnas. El 2 de julio de 1979 la UCA confirmó su nombramiento como Profesor Ordinario. Cuando el actual Cardenal Mejía se trasladó a la Santa Sede, Luis comenzó a desempeñarse como Titular de la única Cátedra de Sagrada Escritura. Se ocupó de cubrir todos los cursos, integró progresivamente a nuevos profesores y organizó la Licenciatura Especializada en Sagrada Escritura. Esta especialización tiene un gran nivel y en 2008 cuenta con veintisiete licenciandos, habiendo además tres doctorandos que preparan sus tesis en temas bíblicos. Un dato muestra la dedicación de Rivas a formar nuevos escrituristas: desde 1983, en veinticinco años, se graduaron veintidós (22) licenciados en esa especialidad, de los cuales quince (15) fueron acompañados por su sabia dirección. En 2003 realicé una reestructuración académica que multiplicó cátedras y creó departamentos. Luis fue nombrado Titular de la Sagrada Escritura II: Nuevo Testamento, y primer Director del Departamento de Sagrada Escritura, que reúne a las tres cátedras de esta disciplina.

Destaco su activa participación en el gobierno de la Facultad como Profesor Ordinario y miembro nato del Consejo Académico, órgano colegiado que gobierna con el Decano (Estatutos, art. 13). Entre sus muchos servicios institucionales recuerdo que, desde 1986, ejerció la función de delegado ante nuestros Institutos Afiliados, que llegaron a ser nueve. Realizó ese servicio solo durante años y lo sigue prestando como Visitador de nuevos afilados. Ha cumplido diversas tareas como miembro de las Comisiones de Asuntos Académicos, Institutos Afiliados y Publicaciones. Por integrar esta última, creada en 2003, es miembro del Consejo de Redacción de nuestra revista Teología. Luis es uno de los profesores que, en los últimos años, tuvo una dedicación especial de tiempo completo a la Facultad. Por esa dedicación, cumplida con mucha generosidad y competencia, preparó notables trabajos para seminarios intercátedras, cursos de extensión y libros colectivos. De 1997 a 2008 colaboró en trece de los libros escritos por profesores de la institución, incluyendo los homenajes a sus colegas Gera, Briancesco y Ferrara.

En este marco recuerdo que ha sido docente en muchos centros teológicos del país y del exterior, algunos en Chile y Paraguay. Destaco su docencia en varios institutos afiliados, en los que acompañó intelectual y espiritualmente a muchos alumnos en su formación inicial. Sus innumerables servicios a la Iglesia que peregrina en la Argentina y en América Latina pueden simbolizarse nombrando tres: fue secretario adjunto para las relaciones judeo-católicas del Departamento de Ecumenismo del Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM. Vale la pena recordar, a cuarenta años de Medellín, que en 1968 participó de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Hoy es perito de la Comisión Episcopal de Fe y Cultura de la Conferencia Episcopal Argentina y miembro de la Comisión para la Edición de la Biblia en América, coordinada por el Centro Bíblico para América Latina (CEBIPAL) del CELAM.

5. En la Sociedad Argentina de Teología compartimos el trabajo durante los años noventa. Él presidió la SAT durante varios períodos y coordinó el área bíblica que formó con paciencia y perseverancia. Habiendo sido nombrado vicepresidente en 1998, quedó a cargo hasta 1990, fecha en la que fue elegido presidente. Luego fue reelegido en 1992 y 1995. En esos dos períodos lo acompañé como vicepresidente. Estuvo a cargo de la SAT desde la VIII Semana celebrada en 1988 hasta la XVII realizada en 1998. Cuando celebramos el pequeño jubileo por los 30 años de la Sociedad, en el Gran Jubileo de la Iglesia, hicimos un acto en el Seminario Mayor de Córdoba, en el cual dieron testimonio varios presidentes. La relación de Luis fue publicada en el volumen XIX Semana Argentina de Teología en los 30 años de la SAT. Transcribo el párrafo principal de su texto, La Sociedad Argentina de Teología en el período 1988-1998, en el que resume la marcha de nuestra institución bajo su presidencia.

La Sociedad Argentina de Teología, en los diez años que van de agosto de 1988 a julio de 1998, mostró importantes cambios. Después del período de nacimiento y desarrollo que va desde los orígenes hasta 1988, es muy fácil percibir que el proceso de crecimiento continuó con un ritmo cada vez más ágil, al mismo tiempo que la Sociedad adquiría mayor afianzamiento y se delineaban los que serían sus rasgos característicos... Los signos de su estabilización y crecimiento durante esta década se pueden ver en una cantidad de hechos promisorios: las Semanas de Teología se realizan regularmente y se observa rigurosamente su periodicidad anual. Es normal invitar teólogos de reconocido renombre de América Latina y de Europa para que participen en esos Encuentros. Invariablemente se publica el material obtenido y producido durante estas Semanas, y ya son doce los volúmenes editados hasta la fecha. La Sociedad Argentina de Teología se ha abierto también hacia el exterior. Se ha relacionado con la Sociedad de Teología de Europa, y las autoridades han sido invitadas a asistir a los dos Congresos realizados hasta la fecha. Desde la misma Sociedad ha surgido el interés de la relación con los teólogos y sociedades teológicas del cono sur, habiéndose realizado ya dos encuentros. Se ha dado impulso a las reuniones por áreas, por lo que han surgido los periódicos Encuentros de Pastoral, de Patrología y de Escrituristas”,[7]

En mi intervención le agradecí todo lo que hizo por la Sociedad. En su presidencia ella se renovó, incorporó a teólogos de otras generaciones, publicó todos sus textos y obtuvo un mayor nivel de convocatoria, seriedad y prestigio.[8] Destaco cinco rasgos salientes de su gestión.

a) Afianzó la Semana Argentina de Teología como principal actividad y lugar de encuentro. Las Semanas se celebraron en los distintos años desde la octava hasta la decimoséptima (1998), con la única excepción de la prevista para el difícil mes de julio de 1989, que fue postergada por la hiperinflación.

b) Aumentó las publicaciones en libros y revistas, porque se editaron nueve libros con las ponencias de las semanas nacionales y se publicaron en revistas crónicas y trabajos de los cuatro encuentros de patrología y las tres reuniones de teología pastoral realizadas durante su mandato. Una vez comentamos que casi todo lo que se compartía en nuestros encuentros se publicaba.

c) Fortaleció la comunicación con instituciones latinoamericanas e internacionales. Se invitaron a expositores extranjeros a las semanas; en 1992 Luis concurrió al primer encuentro de la Sociedad Europea de Teología Católica, en 1995 fui al segundo; en 1996 se iniciaron los encuentros de las asociaciones teológicas de los países del Cono Sur, que fueron cuatro hasta 2004.

d) La SAT acompañó la vida de la Iglesia en nuestra patria. Primero ayudó a la recepción teológica de las ‘Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización’ dedicando semanas a algunos de sus temas. En 1990 se hizo una primera presentación; en 1991 se trató la cristología; en 1995 la relación cristología - antropología, “núcleo evangelizador” de las Líneas (LPNE 16); en 1992 la justicia; en 1993 los nuevos movimientos religiosos, en relación con los desafíos pastorales de lasLíneas; en 1994 se centró la reflexión en la Eucaristía, en relación al Catecismo de la Iglesia Católica y al IX Congreso Eucarístico Nacional. Así, la SAT colaboró con la recepción de lasLíneas en los primeros ‘90. En el segundo lustro de la década, acompañó teológicamente el itinerario eclesial hacia el Gran Jubileo. En 1995 trató la relectura de la Gaudium et Spes ante los nuevos signos de los tiempos; en 1996 el sentido cristiano de la historia en el camino hacia el milenio; en 1997 el contenido trinitario del trienio preparatorio y de cada año; en 1998 y 1999 bosquejó el perfil de la Iglesia universal y particular ante el siglo XXI.[9]

e) Quiero aludir a otro aspecto que compromete institucionalmente a la SAT. Me refiero a la dedicación que puso Luis para formar, animar y coordinar el grupo de biblistas; el trabajo para preparar las contribuciones grupales a muchas semanas de teología; la feliz iniciativa de asumir la dirección de la histórica Revista Bíblica Argentina, fundada en 1939 por Mons. Juan Straubinger. Siendo su Director y acompañado por un Consejo Editorial, él inició una nueva etapa de la Revista. En ella escribió varios de sus artículos de esta década, como El ‘pacifismo’ del Sermón de la Montaña, La cristología de la Carta a los Hebreos, Justicia y Amor.[10] Por estas y otras razones, quien preside la SAT desde 2007, al evocar los jalones más significativos del itinerario de esta institución, ha hablado de “el hito Rivas”.[11]

6. Luis es autor de numerosas publicaciones acerca de la Sagrada Escritura, editadas en el país y en el exterior. Algunas listas registran nada más que sus publicaciones científicas y sólo a partir de su primer libro, dedicado al Padrenuestro y editado en 1977. Hasta donde sé, advierto que sus primeros artículos en revistas especializadas en castellano se publicaron en el inicio de la década de los años setenta. Quiero destacar un estudio, publicado en 1970 en nuestra revista Teología, en el que ya se perfilaba su dedicación preferencial a los escritos del Nuevo Testamento y el rigor de su método exegético. Me refiere al artículo Poner la otra mejilla. Estudio sobre la redacción de Mt 5, 39-41 y Lc 6, 29-30.[12] Éste es el primero de los diecisiete artículos publicados en Teología -sin contar sus numerosas recensiones-, de los cuales los últimos fueron sobre significativas cuestiones de la exégesis católica actual,[13] y sobre los dos grandes temas de Aparecida: el discipulado misionero y la vida plena en Cristo.[14]

A su carisma de escritor, Rivas une los de traductor y editor. Dirigió varias colecciones destinadas a divulgar textos clásicos o estudios recientes, como la serie Padres de la Iglesia coeditada por Patria Grande y Don Bosco en los años setenta,[15] y reeditada recientemente, o la colección Ensayos Teológicos de Ediciones Paulinas publicada en los noventa, en la que tradujo los libros Todo es posible para el que cree de R. Schnackenburg, y Dios, el Padre de Jesucristo de P. Grelot.[16] Su trabajo editorial se completa con la publicación de varios libros de la SAT, porque en su presidencia se encargó de preparar y editarlos hasta en sus más mínimos detalles.

Su obra escrita, elencada al final del volumen, es extensa e importante. Desde 1977 publicó veinte libros de diversa magnitud, algunos reeditados y actualizados. De ella destaco, sin ser exhaustivo, sólo seis grupos de textos: a) sus primeros libros, pequeños, centrados en el Evangelio o en temas evangélicos;[17] b) las grandes obras preparadas a partir de sus cursos en la Facultad, como la Introducción a la Biblia o el Comentario al Evangelio de Juan,[18]; c) los ensayos dedicados a las Personas divinas en el trienio preparatorio al Jubileo;[19] d) los aportes sobre la vida cristiana a partir de varios escritos del Nuevo Testamento;[20] e) las colaboraciones en trece obras colectivas realizadas en común por profesores de la Facultad de Teología;[21] f) los estudios sobre San Pablo, tanto la introducción que resume sus cursos, como su reciente, completo y oportuno ensayo Pablo y la Iglesia. Ensayo sobre ‘las eclesiologías’ paulinas.[22]

7. Señalo otro aspecto indicado por Mons. Lic. Luis Villalba, antiguo Decano y profesor emérito de esta Facultad. Él y Rivas convivieron durante más de treinta años, en el Seminario y luego en la parroquia Santa Rosa de Lima de Buenos Aires. Compartieron vacaciones en las que alternaban descanso, estudio, trabajo y diálogo. En la Semblanza que publicó en el homenaje de la SAT, el Arzobispo de Tucumán ofreció su testimonio de amistad. Resaltó el espíritu sacerdotal que impregna la vida del Padre Rivas, la dimensión pastoral de su labor académica, y sus virtudes y actividades directamente pastorales.[23]

Aquí sólo me refiero a la explícita pastoral bíblica que Luis realizó, de forma infatigable, mediante dos tipos de tareas. Por un lado, sus incontables cursos y conferencias sobre temas bíblicos en muchas comunidades, incluyendo parroquias y capillas pobres y alejadas, sin importarle la cantidad de asistentes. En una Encuesta a los Docentes realizada en 2004 en esta Facultad, un colega destacó la labor de extensión bíblica que él hizo a través de sus incesantes viajes a muchos rincones del país para iniciar en el conocimiento y el amor a la Palabra de Dios a tantos miembros sencillos del Pueblo de Dios. Por otra parte, evoco sus comentarios a los textos evangélicos de los domingos y las fiestas de los tres ciclos litúrgicos, publicados mes a mes, por años, en la revista Pan y Trabajo, dirigida por otro gran amigo suyo y también profesor emérito de esta institución, Mons. Dr. Guillermo Rodríguez Melgarejo. Esos artículos fueron recopilados en seis tomos con el título Jesús habla a su Pueblo y luego reeditados por la Oficina del Libro de la Conferencia Episcopal Argentina en ocho volúmenes.[24] Estos comentarios dan una excelente base bíblica para preparar las homilías a muchos sacerdotes y diáconos del país.

8. La renovación de los estudios bíblicos se hizo en nuestro país, como en el resto de la Iglesia, sobre todo durante el siglo XX. Por eso, pienso que hay que contar a Luis entre los principales escrituristas argentinos. Él se inscribe en una lista que, entre otros, reúne a grandes figuras como J. Straubinger, J. Mejía, J. S. Croatto, A. Levoratti, E. Nardoni, H. Lona, H. Simián-Yofré, junto con profesores católicos de distintas generaciones, algunos de los cuáles son sus discípulos, que se han de sumar a los grandes biblistas de iglesias y confesiones hermanas. Desde 1996 me dedico a la historia de la teología y he escrito sobre el perfil teológico de varios teólogos argentinos y profesores de nuestra Facultad, como Lucio Gera, Eduardo Pironio, Eduardo Briancesco y Ricardo Ferrara.[25] Por eso propongo, nuevamente, que algún escriturista haga un estudio más completo sobre los muchos aportes de Luis al conocimiento y la difusión de las Sagradas Escrituras. Así se comenzaría a escribir un capítulo del desarrollo de una de las disciplinas teológicas durante el último siglo. Me animo a decir que, en el campo de los estudios bíblicos, dentro de una futura historia de la teología en la Argentina, Luis tiene ganado merecidamente un espacio muy significativo. Seguramente, la Cátedra abierta sobre la Teología Argentina, creada por nuestra Facultad a fines de 2007, en el futuro impulsará investigaciones sobre nuestras figuras y sus principales aportes.

9. Expresamos nuestra gratitud a Mons. Luis Rivas con este Festschrift, que desea contribuir a la exégesis, la teología y la pastoral con trabajos originales sobre diversos temas. Cuando proyectamos la obra, a mediados de 2007, convocamos a los profesores estables de la Facultad, los miembros del Consejo Académico, los docentes del Departamento de Sagrada Escritura, juntos con otros que enseñan Teología Sistemática y Filosofía, varios profesores eméritos, y amigos y discípulos del P. Rivas. Varios nos enviaron sus colaboraciones. Otros, por diversas razones no pudieron hacerlo, pero se adhieren con su amistad y oración. Otros, que escribieron en el libro de 2003, renuevan en esta ocasión aquella ofrenda.

Después de este Prefacio la obra se divide en dos grandes partes, que reúnen trabajos con orientaciones afines. La primera sección es de contenido bíblico-histórico y se titula La Palabra de Dios: “un canto a varias voces”. Incluye ocho textos escritos por biblistas, tanto colegas como discípulos del homenajeado. Contiene los estudios del Cardenal Jorge María Mejía; Horacio Simián Jofré, Claudia Beatriz Mendoza, Felipe Doldán, Víctor Manuel Fernández, Ángel José Macín, Eduardo de la Serna y Gabriel Nápole.

La segunda sección, con perspectivas teológico-pastorales, se titula La Palabra de Dios: “El Camino, la Verdad y la Vida”. En ella se recopilan estudios con una gran diversidad de horizontes, cuestiones, estilos y métodos. Algunos son ensayos bíblico-teológicos y otros son aportes teológico-pastorales. Aquí se ubican las colaboraciones de Mons. Carmelo Giaquinta, Mons. Antonio Marino, Carlos María Galli, Osvaldo Santagada, Pablo Sudar, Alejandra Bolo y Gabriel Mestre. Cierra la obra la bibliografía completa de Rivas, ampliada a las colecciones y las disertaciones que ha dirigido, preparada por Claudia Beatriz Mendoza y Carlos María Galli.

10. Todos los miembros de nuestra Facultad de Teología ofrecemos el libro con alegría y gratitud. Junto con los autores se adhieren al homenaje amigos y colegas. Nos unimos a Luis Heriberto Rivas para bendecir a Dios porque lo ha bendecido en Cristo con un fecundo ministerio sacerdotal ejercido en una intensa actividad académica y pastoral. Le damos gracias por darnos los dones de su presencia, amistad, sabiduría y caridad. En nombre de la Facultad le agradezco a Dios que nos ha dado a Luis y a su invalorable servicio bíblico. Le agradezco a Luis que, siendo uno de los “servidores de la Palabra” (Lc 1,2), nos ha dado el conocimiento de la Palabra de Dios, que es “como el alma de la teología” (DV 24).

En especial, le agradecemos a Luis que ayude a conocer la Palabra de Dios que se hizo carne en Jesucristo, que es “la Vida” (Jn 14,6) de los cristianos. Su testimonio nos recuerda la palabra de san Jerónimo: “¿Cómo es posible vivir sin conocer las Escrituras, por las que se conoce al mismo Cristo, que es la vida de los creyentes?” (Ep. 30,7). Con el Pueblo de Dios, llamado a conocer, amar y comunicar la Palabra de Dios, recemos la oración de la memoria litúrgica de San Jerónimo, doctor de la Iglesia y patrono de los escrituristas:

¡Oh Dios!, tú que concediste a San Jerónimo una estima tierna y viva por la Sagrada Escritura; haz que tu pueblo se alimente de tu Palabra con mayor abundancia y encuentre en ella la fuente de la verdadera vida.

Notas

[1] Cf. P. Ricoeur, Caminos del reconocimiento, (Madrid: Trotta, 2005), 266.
[2] Cf. C. M. Galli, «La teología como ciencia, sabiduría y profecía», Teología 79 (2002): 181-192.
[3] Cf. R. Ferrara; C. M. Galli (eds.), Presente y futuro de la teología en la Argentina. Homenaje a Lucio Gera, (Buenos Aires: Paulinas, 1997); V. Fernández; C. M. Galli; F. Ortega (eds.), La Fiesta del Pensar. Homenaje a Eduardo Briancesco, (Buenos Aires: Facultad de Teología UCA, 2003); V. Fernández; C. M. Galli (eds.), Dios es espíritu, luz y amor. Homenaje a Ricardo Ferrara, (Buenos Aires: Facultad de Teología UCA), 2005.
[4] Cf. C. Galli, «Luis Heriberto Rivas: un sembrador de la Palabra», Teología 84 (2004): 135-142.
[5] Profesores de Sagradas Escrituras (J. L. D’Amico - E. de la Serna coords.), Donde está el Espíritu, está la libertad. Homenaje a Luis Heriberto Rivas con motivos de sus setenta años, (Buenos Aires: San Benito, 2003).
[6] Cf. Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, Estatutos de la Facultad de Teología, (Buenos Aires, 2004), art. 28.
[7] L. H. Rivas, «La Sociedad Argentina de Teología en el período 1988-1998», en: Sociedad Argentina de Teología, El misterio de Cristo como paradigma teológico. XIX Semana Argentina de Teología en los 30 años de la SAT, (Buenos Aires: San Benito, 2001), 41-42.
[8] Cf. C. M. Galli, «Palabras de apertura en el Jubileo de la SAT», en: Sociedad Argentina de Teología, El misterio de Cristo como paradigma teológico, 17-20.
[9] La lista completa de los temas de las Semanas y de los títulos de los libros, hasta 2000, se puede ver en: Sociedad Argentina de Teología, El misterio de Cristo como paradigma teológico, 177-187 y 201-210.
[10] Cf. L. H. Rivas, «El “pacifismo” del Sermón de la Montaña», Revista Bíblica 64 (2002): 5-52; «La cristología de la Carta a los Hebreos. Jesucristo, único Salvador del mundo, ayer, hoy y siempre (cf. Heb. 13,8)», Revista Bíblica 65 (2003): 81-115; «Justicia y Amor. Fundamentos bíblicos», Revista Bíblica 67 (2005): 5-29.
[11] V. Fernández, «Teólogos en comunión para pensar la historia», en: Sociedad Argentina de Teología, El desafío de hablar de Dios en la América Latina del siglo XXI, (Buenos Aires: San Benito, 2008), 9.
[12] Cf. L. H. Rivas, «Poner la otra mejilla. Estudio sobre la redacción de Mt 5,39-41 y Lc 6,29-30», Teología 17 (1970): 62-69.
[13] Cf. L. H. Rivas, «La ‘cuestión bíblica’ desde León XIII hasta Pío XI», Teología 75 (2000): 75-114; «La Biblia y la literatura: génesis y desarrollo de un encuentro», Teología 81 (2003): 7-35; «La integración de la exégesis en la reflexión teológica», Teología 84 (2004): 117-134; «Las Sagradas Escrituras en el cine y la literatura después del Concilio Vaticano II», Teología 89 (2006): 65-95; a los que hay que sumar, «La investigación sobre el Jesús Histórico (Third Quest)», en: V. Fernández; C. M. Galli (dirs.), La Palabra viva y actual. Estudios de actualización bíblica, (Buenos Aires: San Benito, 2005), 113-150.
[14] Cf. L. H. Rivas, «Discípulos para la misión en el Nuevo Testamento», Teología 94 (2007): 473-505; «Para que tengan vida…», Teología 89 (2008): 91-110.
[15] Rivas dirigió esa Colección y tradujo muchos de varios de sus diez volúmenes. El último tomo de la serie original fue preparado por el R. P. Dr. R. García, con la colaboración de la Profa. Clara Freitag, y estuvo dedicado a Dios y el César. Relaciones Iglesia-Estado en los primeros siglos de la Iglesia (30-313), (Buenos Aires, 1979).
[16] Cf. R. Schnackenburg, Todo es posible para el que cree, (Buenos Aires: Paulinas, 1998); P. Grelot, Dios, el Padre de Jesucristo, (Buenos Aires: Paulinas, 1999).
[17] Cf. L. H. Rivas, La oración que Jesús nos enseñó, (Buenos Aires: Patria Grande, 1977); ¿Qué es un Evangelio?, (Buenos Aires: Claretiana, 1981/2001), Las Bienaventuranzas, (Buenos Aires: Lumen, 1991/2006).
[18] Cf. L. H. Rivas, Los libros y la historia de la Biblia, (Buenos: San Benito, 2001); El Evangelio de Juan. Introducción. Teología. Comentario, (Buenos Aires: San Benito, 2005).
[19] Cf. L. H. Rivas, El Espíritu Santo en las Sagradas Escrituras, (Buenos Aires: Paulinas, 1998); Dios Padre en las Sagradas Escrituras, (Buenos Aires: Paulinas, 1998).
[20] Cf. L. H. Rivas, Ser cristiano, (Buenos Aires: Claretiana, 2006); Carta a los Hebreos, (Buenos Aires: Claretiana, 2007).
[21] La última colaboración editada es: L. H. Rivas, «La nueva imagen de Dios (DCE 1)», en: V. M. Fernández; C. M. Galli (dirs.), Eros y Agape. Comentario a “Dios es amor”, (Buenos Aires: San Pablo, 2008), 45-59.
[22] Cf. L. H. Rivas, San Pablo. Su vida. Sus cartas. Su teología, (Buenos Aires: San Benito, 2001); Pablo y la Iglesia. Ensayo sobre “las eclesiologías” paulinas, (Buenos Aires: Claretiana, 2008).
[23] Cf. L. H. Villalba, «Semblanza”, en Profesores de Sagradas Escrituras, Donde está el Espíritu, está la libertad, 15-17.
[24] Cf. la edición original en L. H. Rivas, Jesús habla a su pueblo. Comentarios pastorales a los evangelios de los domingos y días festivos, 6 volúmenes, (Buenos Aires: Pan y Trabajo, 1986-1988).
[25] Cf. C. M. Galli, «Aproximación al “pensar” teológico de Lucio Gera», en: Ferrara; Galli, Presente y futuro de la teología en Argentina. Homenaje a Lucio Gera, 75-103; «Eduardo Pironio, teólogo», Teología 79 (2002): 9-42; «Hermenéutica de la razón cristiana entre el medioevo y la actualidad. Il n’y a pas deux Briancesco», en: Fernández; Galli; Ortega, La Fiesta del Pensar. Homenaje a Eduardo Briancesco, 41-73; «Pensar a Dios: Primero y Último; Máximo y Mínimo; Ser, Verdad y Amor; Padre, Hijo y Espíritu Santo. La teología sapiencial y teocéntrica de Ricardo Ferrara», en: Fernández; Galli, Dios es espíritu, luz y amor. Homenaje a Ricardo Ferrara, 31-130; «Epílogo. Interpretación, valoración y actualización del pensamiento teológico de Lucio Gera en “Del Preconcilio a la Conferencia de Puebla” (1956-1981)», en: V. R. Azcuy; C. M. Galli; M. González, Escritos teológico-pastorales de Lucio Gera. I, (Buenos Aires: Agape - Facultad de Teología UCA, 2006), 867-924.
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