Editorial

Nota del Director

José Carlos Caamaño
Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Teología, Argentina

Revista Teología

Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina

ISSN: 0328-1396

ISSN-e: 2683-7307

Periodicidad: Cuatrimestral

vol. 62, núm. 148, 2025

revista_teologia@uca.edu.ar



Hace 1700 años, en Nicea (actual Iznik, en Turquía), se celebró un concilio cuya posteridad ha marcado toda la historia del cristianismo. Nunca se habían reunido tantos obispos ni ningún otro encuentro había tenido pretensión universal. En este, la conversación, trató del aspecto central del misterio de nuestra fe: la encarnación de Dios. Desde los orígenes del cristianismo el misterio de Dios hecho carne suscitó polémicas respectos de los alcances de su realismo y significación. Ya Ignacio de Antioquía, en sus cartas del martirio, asocia el mismo valor de la vida entregada en el martirio al realismo de la entrega de Cristo.

Décadas más tarde, la irrupción de Justino posibilitará un nuevo horizonte: la sabiduría humana puede ayudarnos a comprender aquello que sólo conocemos pues nos ha sido revelado por Dios. La revelación no llena de sombra nuestra inteligencia, sino que la ilumina con posibilidades radicalmente nuevas. Clemente Alejandrino y Orígenes emprenderán, en esta dirección, un camino de inmensa profundidad que posibilitará -ante la pretensión gnóstica de aferrar el misterio con la razón- poner siempre como punto de partida, a la aventura del conocimiento teológico, aquello que Dios nos ha dado a conocer, de sí mismo, para nuestra salvación.

La empresa es la salvación. Se revela para nuestra salvación. Lo que conocemos (inmensamente menor [1] a lo que no conocemos, como nos enseñará Santo Tomás y más tarde el IV Concilio de Letrán) es originado por el don de Dios que nos ama y nos quiere viviendo para siempre. Este es el sentido de la gran sentencia de Ireneo de Lyon: “la gloria de Dios es que el hombre viva”.

El conflicto con el presbítero Arrio, de Alejandría, es el contexto inmediato de este gran sínodo, sin embargo, su camino, como he señalado ha comenzado mucho antes.

En este número de Teología ofrecemos algunas contribuciones, de importante valor teológico, de profesores de nuestra Facultad y de otras Instituciones Teológicas amigas. Estos textos corresponden a las exposiciones pronunciadas en un Coloquio que realizamos en la Facultad de Teología en septiembre del 2024.

Hemos continuado las reflexiones sobre Nicea en un encuentro que en este año celebramos en nuestra Casa de Estudios. Estas últimas contribuciones serán publicadas durante el año que viene. En efecto, recordar a Nicea no puede ser un evento aislado, es la posibilidad de poner nuestra fe ante los desafíos de la cultura, que permiten una nueva inteligibilidad de un misterio que es inagotable.

Otras propuestas enriquecen este número de nuestra revista: un estudio bíblico, otro histórico, un discurso de la Vicedecana, una traducción de un importante artículo, un informe de la vida de nuestros grupos de investigación animados por el ININTE (Instituto de Investigaciones Teológicas). Finalmente, dos recensiones de recientes publicaciones.

Este conjunto ofrece la perspectiva interdisciplinar desde la que queremos hacer teología para anunciar el evangelio en diálogo con las culturas, con los gozos y las esperanzas de la humanidad. La familia humana transita este momento de la historia buscando un sentido para continuar caminando.

Notas

[1] IV Concilio e Letrán, DH 806. «...porque no puede afirmarse tanta semejanza entre el Creador y la criatura, sin que haya de afirmarse mayor semejanza».
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