Dossier: El pensamiento y la ciencia de España en el Bicentenario de la Universidad de Buenos Aires (1821-2021)

Claudio Sánchez-Albornoz: Los estudios hispánicos en la Universidad de Buenos Aires

Claudio Sánchez-Albornoz: Hispanic studies at the University of Buenos Aires

Silvia Arroñada
Pontificia Universidad Católica Argentina, Argentina
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina

Temas de historia argentina y americana

Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina

ISSN-e: 2618-1924

Periodicidad: Semestral

vol. 2, núm. 31, 2023

revistaredesign@ifma.edu.br

Recepción: 03 Agosto 2023

Aprobación: 15 Octubre 2023



DOI: https://doi.org/10.46553/THAA.31.2.2023.p33-48

Resumen: En este trabajo se reconstruyen aspectos de la biografía del medievalista español Claudio Sánchez-Albornoz, se analizan las circunstancias personales e históricas que lo llevaron a emigrar a la Argentina y cómo dicha experiencia propició su llegada a la Universidad de Buenos Aires, en donde se creó para él la cátedra de Historia de España, origen de la posterior fundación del Instituto de Historia de España y su órgano editorial: los Cuadernos de Historia de España. En este trayecto se resaltará la significación intelectual e historiográfica de su labor en la universidad y cómo de allí surge la escuela argentina del medievalismo hispano.

Palabras clave: Sánchez-Albornoz, Universidad de Buenos Aires, estudios hispánicos, exilio, intelectuales.

Abstract: In this paper we reconstruct many aspects about the biography of the spanish medievalist Claudio Sánchez-Albornoz, we analyze the personal and historical circumstances that led him to emigrate to Argentina and in what way that experience resulted in his arrival at the Universidad de Buenos Aires where it was founded for him the chair of Historia de España, origin of the later foundation of the Instituto de Historia de España and the Cuadernos de Historia de España. It will be highlighted the intellectual and historiographic significance of his work at the university and how it comes from there the argentine school of hispanic medievalism.

Keywords: Sánchez-Albornoz, Universidad de Buenos Aires, hispanic studies, exile, intellectuals.

Antecedentes de su exilio en Argentina

La llegada de Sánchez-Albornoz a la Argentina y su incorporación a la Universidad de Buenos Aires no fue un hecho fortuito ni sencillo sino el resultado de una larga sucesión de acontecimientos que se fueron encadenando y que llevaron al historiador a convertirse finalmente en el fundador de un Instituto dedicado a la investigación sobre el medievalismo hispánico y el creador de una revista científica reconocida tanto en el país como en el exterior: los Cuadernos de Historia de España.

Los pasos iniciales hacia este nuevo destino académico de Sánchez-Albornoz podemos situarlos en 1933, cuando realizó su primer viaje a la Argentina con motivo de dictar un curso en la “Cátedra de Cultura Española” creada y financiada por la Institución Cultural Española de Buenos Aires (ICE). También brindó conferencias en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad de La Plata y en el Jockey Club. Fruto de esta última surgió una publicación denominada “La mujer en España hace mil años”, editada por dicha institución en 1935. Un año antes había aparecido el primer escrito de Sánchez-Albornoz en la Argentina: la conferencia que había dado en la Universidad de La Plata sobre “La edad media y la empresa de América”. Los vínculos con la institución platense estaban ligados a su amistad con Ricardo Levene, en aquel momento rector de la universidad y fundador del Centro de Estudios Históricos de La Plata y de la revista Humanidades, en la que también colaboraría el abulense. Estos vínculos con la ICE y con Levene, poco tiempo después, demostrarían ser muy valiosos.

Durante esa década del ‘30 Sánchez-Albornoz se desempeñó en varios cargos significativos, tanto académicos como políticos. En la Universidad Central (actual Complutense) ejerció como catedrático desde 1920 hasta 1933, fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras en 1931 y rector de la Universidad entre 1932 y 1934. En 1926 había ingresado en la Academia de la Historia a la par que se dedicó a la investigación en el Centro de Estudios Históricos de Madrid, en cuyo seminario formó a numerosos medievalistas de gran renombre. Dirigía, además, una publicación destacada: el Anuario de Historia del Derecho Español. Su participación en el ámbito político también fue muy activa: diputado por Ávila en las tres legislaturas de las Cortes republicanas, ministro de Estado en 1933, vicepresidente de las Cortes en 1936, consejero de Instrucción Pública y embajador de España en Lisboa.

Al romper Portugal las relaciones diplomáticas con el gobierno de la República, se vio forzado a instalarse en Francia, donde pasó toda la época de la Guerra Civil. Desde 1937 se desempeñó como profesor de la universidad de Burdeos. Esta plaza la había conseguido gracias a la intervención de la Fundación Rockefeller, que financió su estancia en la ciudad francesa1. Sin embargo, ya desde los primeros tiempos sabía que su posición allí era frágil puesto que el subsidio de la Fundación era temporal y además estaba otorgado a una universidad que no daba garantías de continuidad. La invasión nazi de Francia en 1940 significó el peligro inminente de su deportación a la España franquista. En medio de ese contexto Sánchez-Albornoz aprovechó los contactos que desde 1939 tenía con el director del ICE: Rafael Vehils. Con él había cruzado frecuente correspondencia, en la que el catalán compartía sus expectativas, proyectos e inquietudes, le proponía dar cursos y llevar adelante publicaciones en un eventual viaje a Buenos Aires. Su intención era que el ICE creara y financiara una cátedra de “Historia de las instituciones españolas”, en el seno de la Universidad de Buenos Aires. Sin embargo, el proyecto fracasó ya que las autoridades universitarias no se mostraban permeables a otorgar cargos a académicos extranjeros y además su ideología republicana iba a contramano en un contexto nacional de acercamiento a la nueva España franquista. Esto obligó a Sánchez-Albornoz a buscar otras opciones. Sería una recientemente creada universidad, en una zona alejada de Buenos Aires, la que finalmente le daría cabida. Se trató de la Universidad Nacional de Cuyo, fundada en 1939 en la ciudad de Mendoza. El abulense partía así para la Argentina dejando atrás a su familia y luego de casi treinta años de labor académica en Europa.

En la capital cuyana se proyectó crear la cátedra de historia medieval con el apoyo de la Fundación Rockefeller. Esta universidad, que había comenzado con el impulso humanista del doctor Edmundo Correas, se distinguía por la presencia de un grupo de profesores que contaban con una preparación académica excepcional. El arribo de Sánchez Albornoz suscitó gran expectativa, ya que esa especialidad no se estudiaba ni en Mendoza ni en ningún otro lugar en el país2. El seminario, las conferencias y las clases que allí dictó fueron un éxito que condujeron a una publicación posterior en tres volúmenes. Sin embargo, Sánchez-Albornoz deseaba continuar su labor científica en Buenos Aires, ya que en la sede cuyana no tenía recursos documentales ni bibliográficos que le permitieran desarrollar sus investigaciones.

Llegada a Buenos Aires

Es así como en agosto de 1941 logró concertar una visita a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires para dictar tres conferencias. En este viaje aprovechó para tantear la posibilidad de su traslado a dicha universidad. Nuevamente con el apoyo logístico y el financiamiento del ICE y de la Fundación Rockefeller, consiguió finalmente integrarse al plantel docente capitalino. Durante tres años (con la posibilidad de renovar su contrato), dictaría una cátedra de Historia Medieval y Moderna española creada para él y pondría en marcha y dirigiría un instituto de investigación sobre la cultura española medieval y moderna. La Fundación y el ICE ayudarían con un subsidio para adquirir bibliografía y copia de materiales de archivo y así ir formando una biblioteca especializada.

Es interesante considerar los fundamentos y objetivos que el mismo Sánchez-Albornoz esgrimió para la creación de la cátedra. Esta vendría a complementar las cátedras ya existentes de historia europea y serviría como curso preparatorio para abordar la historia americana colonial. Además, se proponía estudiar el pasado español a través de la labor investigadora de un nuevo centro, el Instituto de Historia de España de la universidad, creado también para él, con su sede inicial en la calle Viamonte 414, actualmente rectorado de la UBA. Este instituto no venía a competir con los ya existentes en la facultad, destinados a estudiar el pasado colonial, sino que pretendía circunscribir su análisis a la historia europea de España, a las gestas, las instituciones, las ideas, el arte y las letras hispanas en la Península.

Intrínsecamente ligado a estos objetivos se sucedió la fundación de los Cuadernos de Historia de España, revista anual que estaba destinada a llenar un vacío en la ciencia argentina sobre el conocimiento de la historia española. Las tres bases de este saber: la cátedra, el Instituto y la revista, tuvieron unos comienzos cargados de incertidumbre debido a los reducidos recursos materiales y humanos con los que contó en los primeros años. En lo tocante a la cátedra, hay que puntualizar que la materia no era de cursado obligatorio en el plan de estudios y, por lo tanto, a ella acudían inicialmente pocos alumnos. Sin embargo, su condición de exiliado republicano resultó muy atractiva para muchos de ellos y gradualmente fueron sumándose más asistentes.

Del mismo modo, el desarrollo de las investigaciones en el seno del Instituto se encontró con algunos obstáculos. En su traslado a la Argentina, el abulense no había podido traer su biblioteca personal y esta carencia la padecía profundamente, al punto de manifestarlo en varios de sus escritos. Estaba alejado también de las fuentes documentales, punto de partida fundamental en su método histórico.

Los Cuadernos de Historia de España, revista referente del medievalismo hispánico en América Latina y Europa, comenzaron su andadura con el escepticismo de su fundador sobre la posibilidad de mantener la periodicidad, dados los limitados recursos económicos para su edición3. Curiosamente al publicar el primer tomo de los Cuadernos, Sánchez-Albornoz recordaba que éstos venían a coincidir con los veinte años del primer volumen de su otra gran aventura editorial: el Anuario de historia del derecho español. En aquel momento, había reunido a algunos profesores de historia política y de historia jurídica en torno a la memoria de su maestro, Eduardo de Hinojosa, y con su colaboración editó ese número inicial. Así lo recordaba en sus palabras de presentación a los Cuadernos:

Me enorgullezco de haber concebido y realizado aquella empresa. El grupo reducido de fundadores del Anuario se amplió pronto. Surgió una nueva generación de estudiosos y profesores junto a nosotros. Y personalmente logré formar en el Instituto de Estudios Medievales un grupo numeroso y escogido de discípulos que trabajaban conmigo en la publicación de los Monumenta Hispaniae Historica. Son muchos veinte años de trabajo científico para que su recuerdo resbale indiferente por mi ánimo, al iniciar aquende el mar una empresa pareja de la ya realizada en España4.

Otra vez el abulense se enfrentaba a la misma aventura y así como en aquel momento formó un instituto en torno al cual surgió una generación de estudiosos y una revista, deseaba ahora repetir ese propósito en la universidad de Buenos Aires.

En esa introducción, Claudio Sánchez-Albornoz sentaba las bases del espíritu de los Cuadernos, que estarían dedicados a llenar un vacío sobre el conocimiento de América: “el del estudio y la investigación de la historia española en que hallan sus raíces veinte pueblos hispano-americanos”5. Nuevamente se insiste en el mismo enfoque que llevó a la creación de la cátedra de Historia de España: la de servir de puente al estudio del pasado americano en sus antecedentes hispánicos; una historia común, mal conocida en aquel momento y que luego del proceso de la independencia de las naciones americanas, ahora era abordada por los estudiosos argentinos con ilusión. Sánchez-Albornoz reconocía que el grupo que había formado un año después de llegar a la universidad de Buenos Aires era todavía reducido, pero tenía mucha confianza en el futuro y no le faltaba coraje para alcanzar sus objetivos.

La revista surgía conformada por unas secciones claramente señaladas por su director: artículos de investigación, documentos en los que se publicarían textos inéditos o defectuosamente publicados, un apartado de misceláneas con notas eruditas, otro con traducciones que incluiría versiones de fuentes latinas o arábigas de interés, reseñas sobre libros que les fueran enviados y por último una parte denominada Varia en donde se daría cuenta de noticias, realización de cursos y conferencias y reediciones o traducciones de libros. Como se puede observar, la estructura de la revista se orientaba a facilitar el estudio y la difusión de la historia española e iba dirigido principalmente a los especialistas, pero también a todos aquellos que tuvieran interés en la historia peninsular. Esta vocación por facilitar el acercamiento al pasado español se advierte en las actividades que Sánchez-Albornoz realizó y propició desde los primeros momentos del Instituto. Así, coincidiendo con la creación en 1941 del Instituto cultural argentino-hispano-árabe, el abulense dictó allí una conferencia sobre el historiador al-Razi, e hizo los contactos para que su colega, el abogado Luis Jiménez de Asúa, dictara otra sobre el derecho penal hispano-árabe. Ambas fueron más tarde editadas por dicho instituto dentro de su serie de publicaciones. Luego de ello, convencido de la necesidad de la enseñanza del idioma árabe para adentrarse en las páginas de la historia española medieval, encomendó al arabista argentino Osvaldo Machado, el dictado de un curso de idioma árabe en el Instituto de Historia de España. Según relata en los Cuadernos, dicho curso fue frecuentado por una numerosa concurrencia de alumnos de la facultad y de estudiosos ajenos a ella. Esta repercusión hizo que Sánchez-Albornoz abrigara esperanzas de colocar las piedras fundacionales de la creación de una escuela de arabistas argentinos que colaborara en un futuro con la española. Esta relación se cristalizaría cuando se restablecieran las normales comunicaciones en el mundo académico de aquella época, lo que permitiría traer a la Argentina fotocopias de los manuscritos del Escorial o de Madrid, del resto de Europa y de África. Este propósito que se había trazado el abulense fue concebido por él como una manera más de contribuir al país que lo recibía:

La Universidad y la cultura nacionales nos deberán entonces un servicio de consideración. Sería el menor con que podríamos corresponder a la confianza que ha puesto en nosotros al crear este Instituto y al encomendarnos su dirección6.

De hecho, en los sucesivos tomos de los Cuadernos, se fueron editando traducciones de distintos fragmentos de la Historia de los árabes de Ibn Jaldun, realizadas por Osvaldo Machado y de la Historia de los reyes de al-Andalus y del Magreb de Ibn Idari, transcrito por Giorgi Levi Della Vida. En 1946, Sánchez-Albornoz publica la primera edición de La España musulmana, en la que recoge distintos textos y documentos relativos al pasado andalusí y la dedica a la Facultad de Filosofía y Letras. Sin embargo, la semilla de los estudios islámicos no se desarrolló con la misma fuerza que la de la España cristiana y al día de hoy no contamos con una escuela de arabistas argentinos.

Sánchez –Albornoz participó activamente en los Cuadernos como director y como autor de muchos artículos, pero no fue la única publicación de la Universidad de Buenos Aires en la que colaboró. Intervino en varias revistas de la universidad como: Logos7, Revista de la Universidad de Buenos Aires8, Anales del Instituto de Literaturas Clásicas9, Anales de Historia Antigua y Medieval10 e Imago Mundi (dirigida por José Luis Romero)11.

Por otro lado, el Instituto de Historia de España, antes de comenzar la edición de los Cuadernos, publicó dos monografías de su autoría: “Ruina y extinción del municipio romano en España e instituciones que le reemplazan”, en 1943 y “El Ajbar Maymu’a. Problemas historiográficos que suscita”, en 1944.

La formación de una escuela de medievalistas

El Instituto de Historia de España terminó siendo el germen de la escuela argentina de medievalistas. Allí varias generaciones aprendieron el oficio de historiador. En él Sánchez-Albornoz desarrolló sus líneas historiográficas y los temas de investigación que le apasionaban partiendo de un objetivo claro: explicar España y su peculiaridad. La singularidad de España y el ámbito institucional castellano medieval fueron los dos aspectos más estudiados por él. Se acercaba e interrogaba al pasado hispánico sobre la base de las inquietudes contemporáneas a su época. A través de la tarea de investigación fue forjando lazos con sus discípulos, que lo siguieron con devoción. Les sugería líneas de trabajo que podían o no ser afines a la suya.

Sánchez-Albornoz dirigió el Instituto hasta el 1982. La escuela de hispanistas y medievalistas nacida por obra de Don Claudio, como lo llamaban afectuosamente sus discípulos, se desarrollaba en torno a un modelo que él había experimentado en Austria, en un viaje que realizó a Viena en 1927, que lo llevó a ponerse en contacto con Alfonso Dopsch, a quien definió como maestro de investigadores. Siguiendo las enseñanzas del austríaco afirmaba que “la investigación histórica tiene siempre por fin la renovación del conocimiento del pasado para iluminar con nuevas luces los procesos políticos, sociales y económicos en que el mundo se debate y para ayudar a formar la conciencia de los pueblos y aun del hombre como ser histórico que es”12.

Es muy elocuente el comentario que presenta García Gallo, uno de los discípulos formados por Sánchez-Albornoz en España, sobre el clima de trabajo que él observó en el Instituto de Historia de España en una visita:

Le bastó reunir a discípulos ya iniciados (…) tarea nada fácil en un país en el que los estudios de historia medieval carecían de tradición y los posibles candidatos a ellos, por su ascendencia familiar, procedían en buena parte de países de tradición no hispánica y aun no simpatizantes con ella. Cuando a los pocos años de su creación tuve la oportunidad de convivir varios meses con quienes integraban el Instituto bonaerense, pude apreciar lo que su existencia representaba. En los reducidos locales que ocupaba en la calle de Viamonte, en un minúsculo despacho (donde solo cabían un buró, un sillón y una silla) trabajaba don Claudio, y a su lado, en una pequeña sala rodeada de pasillos con armarios repletos de libros, se reunían sus discípulos. Allí reinaba el mismo espíritu y ambiente que en el antiguo Instituto madrileño (...) y se hacía patente la devoción de sus discípulos13.

Como dijimos, se formaron allí varias generaciones de hispanistas. Inicialmente componían el Instituto su director y dos adscriptos: Osvaldo Machado y José Luis Romero. Sin embargo, con el tiempo predominó la composición femenina y de hecho sus discípulos argentinos más renombrados fueron mayoritariamente mujeres, historiadoras a las que informalmente se las denominó “el gineceo albornociano”. Esta particularidad la reconocía el propio Don Claudio14. Dicha prevalencia femenina se mantuvo incluso ya fallecido Sánchez-Albornoz.

A los interesados en el pasado español que se acercaban al Instituto, el abulense les iba dando distintos trabajos a realizar, cuyas dificultades iban aumentando gradualmente y que los hacía crecer en su formación. En primer lugar les encomendaba redactar notas bibliográficas para la revista. Si pasaban exitosamente esa prueba y demostraban tener capacidad, les invitaba a elaborar una pequeña monografía que consistía en un estudio novedoso sobre un tema pequeño. Los orientaba con la bibliografía que debían leer para dicha investigación y les acercaba las fuentes documentales para ello, incluso algunas de su propiedad todavía inéditas. Por última corregía esos trabajos y los publicaba. Si tenían las condiciones que él consideraba necesarias, los animaba a redactar una tesis doctoral.

Puesto que la documentación de que se disponía en el Instituto se centraba mayoritariamente en torno a temas institucionales del reino astur-leonés o del castellano-leonés, todas sus discípulas comenzaron sus investigaciones en algunos de esos dos ejes. Sin embargo, en algunos casos, luego se volcaron a otros aspectos o formas de abordaje de la realidad hispano-medieval, a otros territorios e incluso a otras posturas historiográficas. En el primer grupo se destacó especialmente María del Carmen Carlé, quien lo sucedió al frente del Instituto y también dirigió los Cuadernos de Historia de España a partir de 1998. La Dra. Carlé (“la Doc” como la llamábamos afectuosamente quienes fuimos formados por ella), se enfocó posteriormente hacia la historia sociocultural y la historia de las mentalidades.

También hicieron sus primeras investigaciones guiadas por Don Claudio: Nilda Guglielmi, Reyna Pastor e Hilda Grassotti. La primera trabajó tiempo después con José Luis Romero desarrollando sus investigaciones en la historia medieval general, con especial preferencia por temas conectados con Francia y principalmente con Italia. Si bien siguió la línea institucionalista de Albornoz, Guglielmi agregó las fuentes literarias como testimonio histórico. La marginalidad, las formas de poder expresadas a través del discurso y la literatura política, la educación, las fiestas, fueron algunos de los temas desarrollados por ella.

Reyna Pastor se acercó al Instituto en la década del ’60. Sus temas de investigación fueron las nuevas metodologías aplicadas a la historia y los asuntos económico-sociales con un enfoque centrado en el materialismo histórico. Específicamente se volcó al estudio de la reconquista y su incidencia en los aspectos sociales y en el desarrollo económico. A partir de 1976, debido a los cambios políticos en la Argentina, se vio obligada a exiliarse en España, donde continuó su carrera al incorporarse como docente de la Universidad Complutense de Madrid y luego al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es muy significativa la explicación que brinda sobre por qué decidió acercarse al grupo de Sánchez-Albornoz:

Antes de finalizar mi carrera me había incorporado a los seminarios semanales que ofrecía Claudio Sánchez Albornoz sobre aspectos parciales de la historia medieval de España. Mi elección se debió a que había sido el mejor profesor que había tenido en la Universidad y a que, en una Facultad desolada y tomada entonces por la derecha, Sánchez Albornoz aparecía como un exiliado de ideas progresistas, una de las cabezas del exilio republicano español en América y, a la par, un sabio erudito y dispuesto a enseñar con rigor. Éramos pocos alumnos, varios hicimos nuestra carrera académica fuera del Instituto de Historia de España y nos apartamos de sus teorías, pero a todos nos quedó una enseñanza muy importante, la del rigor en la investigación y la certeza de que, para ser historiador, había que ser paciente, dedicado y riguroso15.

En cuanto a Hilda Grassotti, sus trabajos se centraron en torno a distintos aspectos de las relaciones feudales, del botín y de las parias y de la ira regia. A la muerte de Sánchez-Albornoz, se encargó de la dirección de los Cuadernos de Historia de España en el período 1988-1997. La fidelidad de sus discípulas se advierte en múltiples ocasiones. Un ejemplo de ello fue el artículo que publicó la misma Grassotti defendiendo a su maestro ante un ataque de un discípulo de Américo Castro por su edición de “España, un enigma histórico”16.

La formación brindada por el abulense, su dedicación y guía y, por supuesto, los méritos personales de cada una de ellas rindieron sus frutos y se plasmaron en distintos reconocimientos. Uno de estos fue la redacción por parte de María del Carmen Carlé y Reyna Pastor del volumen X de la célebre “Historia de España” de Menéndez Pidal. El mismo Don Claudio les dedica a Carlé y a Grassotti unas palabras en los Cuadernos con motivo de sus ingresos como académicas en la Academia de la Historia17 y una nota especial por el premio obtenido por Hilda Grassotti en Spoleto. Allí se manifiesta el orgullo que siente por sus colaboradoras y discípulas, atreviéndose a parafrasear el romance “Si no vencí reyes moros, engendré quien los venciese” y trocarlo en “He vencido reyes moros y he engendrado quien también los ha vencido”18.

La entrega de Don Claudio fue reconocida repetidas veces por sus discípulos y colegas, a un lado y otro del Atlántico19. En el caso de la Universidad de Buenos Aires, se le dedicó un volumen especial en 1964 con motivo de su 70 cumpleaños. El homenaje no solo consistió en la edición de dicho ejemplar sino también en la realización de un acto celebrado en la Facultad de Filosofía y Letras, presidido por su decano, José Luis Romero y que contó con la participación de consejeros, profesores y alumnos. Según relata Reyna Pastor, “Aquel día, los argentinos nos sentimos orgullosos de tenerlo entre nosotros, de haber abierto, hace veinticinco años nuestros brazos al emigrante político de entonces”20. La tarea que Sánchez-Albornoz llevó adelante en el Instituto y con sus discípulos fue integral

porque ha debido no sólo enseñar, sino también facilitar sus materiales, fotocopias de documentos, libros de su biblioteca particular, sus manuscritos, etc; y preparar a sus discípulos personalmente en las técnicas instrumentales, paleografía, numismática, etc, dictar numerosos seminarios, es decir, ha debido hacerlo todo21.

Con motivo de su 90 cumpleaños, se le hizo un nuevo homenaje con la edición de varios anexos de los Cuadernos22. Luego de su fallecimiento, se dedicó a su memoria el tomo LXXIV y uno más en 200123. Otros fueron financiados por los amigos del propio Instituto de Historia de España, como el publicado en 1957 con ocasión de sus cuarenta años de docencia universitaria. Allí María del Carmen Carlé y Nilda Guglielmi se referían a él con gran admiración:

Queremos destacar uno de los aspectos menos conocidos y no el menos admirable: su preocupación por sus discípulos, sus desvelos por su escuela. Queremos recordar aquí con qué cordialidad, con cuánta bonhomía nos acogió cuando, recién terminado el curso de Historia de España, acudimos, tímidos y desorientados, a su Instituto en busca de guía y consejo. Queremos recordar con qué infatigable paciencia respondió siempre a nuestras preguntas, con qué tolerante bondad resolvió nuestras dudas, con qué generosa abnegación de sí mismo robó horas a sus trabajos para corregir nuestros ensayos de principiantes. Queremos recordar con qué sencillez se allanó a discutir sus teorías con nosotros, aprendices de investigadores, y con qué absoluta honestidad intelectual la licitud de nuestras opiniones, aun cuando contradijeran las suyas (…) de su cariño y sus desvelos de maestro, sólo sabemos quiénes, de éste y del otro lado del Atlántico, hemos tenido la suerte y tenemos el orgullo de ser sus discípulos24.

Los Cuadernos de Historia de España fueron la plataforma natural para la difusión de las investigaciones de Sánchez-Albornoz y de sus discípulos. En el período que él los dirigió (1944-1982) se publicaron 68 volúmenes. El abulense fue anticipando en sus artículos las tesis que luego expondría en sus libros. Allí se reflejan su trayectoria académica, sus intereses e inquietudes, su relación con los colegas del medio académico, con quienes muchas veces entraría en debates que se reflejarían en esas páginas, y a quienes daría un espacio en la revista para expresar sus teorías, aunque no concordaran con las suyas.

Sus discípulos españoles, que había llegado a formar antes del exilio y con los que se preocupó de mantener el contacto a través de cartas o cuando lo visitaban en la Argentina, también le dedicaron sentidos homenajes25. El compromiso que el abulense tenía con ellos se advertía en el trato cercano que les brindaba, así cuando tenían la oportunidad de venir a Buenos Aires, les abría las puertas de su casa y los hospedaba allí. Este trato continuado fraguaba una relación sólida con cada uno de ellos.

Su magisterio y su devoción por difundir la historia de España y su estudio brindaron numerosos frutos, muchos directamente propiciados por él y muchos otros conseguidos de forma indirecta, por el influjo de sus investigaciones y magisterio. Entre estos podemos señalar la celebración en 1975, en Buenos Aires, de un “Primer Encuentro Argentino de Profesores de Historia de España”, con destacado éxito de asistencia, que suscitó un acercamiento de todos aquellos dedicados a la enseñanza e investigación de la historia española. El abulense fue distinguido como presidente de honor del evento aunque no pudo asistir por una dolencia que padecía en aquel momento. En los años sucesivos se llevaron a cabo las Jornadas de la recién creada Asociación de Profesores Universitarios de Historia de Europa (A.P.U.H.E.), en donde la presencia de ponencias acerca de la historia española fue apreciable. Del mismo modo, ya a partir de la década del ’90, se desarrollaron las Jornadas Interescuelas, un evento sumamente convocante, con decenas de mesas y algo más de mil ponencias en cada edición. Se celebran cada tres años en distintas ciudades de la Argentina, lo que posibilita el acceso a investigadores de diferentes puntos del país, de distintas edades y de variada experiencia profesional con el fin de debatir y difundir las investigaciones en curso. En las primeras ediciones de estas jornadas fueron mayoritarias las presentaciones relacionadas con el pasado español.

El camino iniciado por Sánchez-Albornoz en la docencia e investigación hispánicas en la Argentina se continuó no sólo en las primeras universidades que crearon la cátedra de Historia de España para él. Tanto su influencia como la difusión que otorgó a esos estudios propiciaron la formación de varias cátedras más en establecimientos públicos y privados que hasta ese momento no incluían esa materia dentro de su plan. Así se crea la cátedra de Historia de España con carácter de obligatoria en el plan de estudios de la carrera de Historia en varias universidades nacionales como: la de Rosario, del Sur, de la Plata, del Nordeste, de Tucumán, del Litoral, de Formosa y de Misiones. Del mismo modo surgió la cátedra de Historia de España en universidades privadas como la Universidad Católica Argentina, el Salvador y Morón. En varias de las anteriormente nombradas, hoy en día desapareció del plan o se transformó en optativa26.

Consideraciones finales

La identificación que se tenía en la Argentina de la figura de Sánchez-Albornoz con la historia de España fue tal que, según cuenta García Gallo, durante el propio gobierno franquista, en la embajada de España en Buenos Aires se lo reconocía como el mejor representante de España27.

Decía Ortega y Gasset que los pueblos que prescinden de su pasado son pueblos bárbaros. Sánchez-Albornoz dedicó su vida a difundir el pasado de España para que su conocimiento iluminara el presente, no solo de su país de origen sino también del que lo recibió en uno de los peores momentos de su vida, un país al que amaba y al que devolvió con creces todo lo que éste le brindó. Para él, su deuda con la Argentina y con la universidad de Buenos Aires fue pagada diariamente con su trabajo en el Instituto de Historia de España, con la edición de los Cuadernos y con la promoción de los discípulos que formó a lo largo de varias décadas. Esos a los que no quería abandonar cuando, con insistencia, lo tentaban a volver a radicarse en España. Ese afecto entrañable fue correspondido. Una de esas muestras la encontramos en Amicitia, una de las revistas que editaban los centros de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En 1948, con motivo de cumplir treinta años de docencia, sus alumnos le hicieron un homenaje. Rosa Julia Ladoux, una de ellos, comenta sobre el acontecimiento:

Con motivo de celebrar el Dr. Claudio Sánchez Albornoz su trigésimo aniversario como catedrático en la docencia universitaria, se reunieron en torno a él, hacia el mes de mayo, alumnos y colaboradores en un simposio de leal amistad. Querían rubricar así, festivamente, el alborozo de la familia universitaria por un hijo suyo dilecto que, ya en la cátedra, ya en el Instituto de la Cultura Española Medieval y Moderna estimula vocaciones, invita al estudio ímprobo pero fructuoso y se prodiga cordialmente para que nadie quede huérfano si busca su padrinazgo. De tal modo, que por la semillita de la reseña bibliográfica pueda llegarse, con su guía, hasta la tesis doctoral sesuda y luminosa. Guillermo Guitarte, Susana Dellatorre, Julio Andrés Rosso, Irene Arias, Rosa Julia Ladoux y Delia Isola hicieron, en aquella feliz ocasión, el panegírico exultante del maestro. Luego, con su natural facundia, con apasionado ímpetu, habló él. Palabras que recordaron con nostalgia y gratitud a España, su patria, y con no menos amor a la Argentina, que le ha hospedado fratrisísimamente y a quien él, Don Claudio Sánchez Albornoz, da con alegría plena e íntegra, en la enseñanza, el caudal de su mente y la sensibilidad de su espíritu28.

Son palabras sumamente elocuentes, que testimonian el cariño y admiración de sus estudiantes.

A modo de conclusión de esta semblanza sobre Claudio Sánchez-Albornoz y su relación con la Universidad de Buenos Aires, reproducimos un fragmento que introduce el homenaje nombrado, y que da cuenta con pinceladas de humor, de la amorosa exigencia del profesor y la admiración que despertaba en sus alumnos. Se trata de la transcripción de un romance anónimo escrito por uno de sus discípulos de aquella época:

Claudio Sánchez Albornoz. Personaje no sólo de historia sino que también la hace. Sabio, hidalgo, caballero de honra y prez. Inquisidor temible de los que te zurran con todo el programa "en la hora en que te olvidas de ti mismo", pero que sabe soportar tu ignorancia o tu aparente versación, con sonrisas o chuscadas y que te enseña con amor. Es de aquellos que cuando pisan el aula te llevan absortos por un mundo nuevo. "Treinta años lleva las armas -y no las ha de dejar" como dice el juglar anónimo. ¡Salud maestro!29.

Romance del Caballero Claudio Sánchez

Caballero Claudio Sánchez, que bien sabe cabalgar,
treinta años lleva las armas y no las ha de dejar,
su lanza vieron mesnadas que hubieron ya de pasar,
que la suya no se muda que no cesa de empuñar
que no la temen los moros que tiene pendón de paz,
que en León y por Castilla todos saben saludar,
y que dora el sol de España que no cesa de brillar.
Caballero que la lleva diciendo viene un cantar,
treinta años ha que lo dice, treinta siglos lo dirá,
que de las tumbas de España muertos hace levantar,
que a las ciudades dormidas hace todas despertar,
y alborotar los mercados que no mercaban ya más
y decir los jueces juicios con fueros de tiempo ha.
Allí habló el más viejo, bien oiréis lo que dirá:
Caballero Claudio Sánchez, que bien sabes cabalgar,
esa lanza que tú llevas el cielo la guardará,
y la canción que tú cantas los siglos la cantarán
y las mesnadas amigas siempre te han de acompañar
y serás gloria de España que no se ha de acabar,
caballero Claudio Sánchez tú, que sabes cabalgar30.

A lo largo de sus 40 años vividos en la Argentina, Sánchez-Albornoz formó muchos discípulos de manera directa, cercana y cotidiana y muchos más surgieron sin haber tenido contacto inmediato con él, sin siquiera ser sus contemporáneos, pero podría decirse que se forjaron con él a través de la lectura de sus trabajos y de los testimonios que de él transmitieron sus discípulos, por ello su obra difusora es admirable.

Notas

1 Para conocer el entramado y los detalles de esta asistencia puede consultarse: Miranda Lida, “La Fundación Rockefeller y la Institución Cultural Española de Buenos Aires frente al exilio republicano español en la Argentina. El caso de Claudio Sánchez-Albornoz”, Revista de Indias, vol. LXXX, N°. 27 (2020), 509-539.
2 Para más datos sobre su estancia en Mendoza puede consultarse Silvia Arroñada, “Claudio Sánchez Albornoz: un Quijote en tierras del Plata”, en Diálogos atlánticos. Cultura y ciencia en España y América en el siglo XX, J. P. Fusi y A. López Vega (dirs.) (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2021), 575-598. También el artículo de Florencia Ferreira de Cassone, “Guerra y exilio: Claudio Sánchez-Albornoz y la universidad de Cuyo”, Boletín digital de la Academia Nacional de la Historia, N°. 30, (2019), 14-22.
3 Para un estudio detallado de los orígenes y derrotero de los Cuadernos puede consultarse el trabajo de Martín Ríos, “Claudio Sánchez-Albornoz y los Cuadernos de Historia de España (1944-1970): “Espejo de una vida”, Estudios de Historia de España, Vol. XX, (2018), 223-252.
4 Claudio Sánchez-Albornoz, “Advertencia”, Cuadernos de Historia de España, I y II, (1944), 9.
5 Claudio Sánchez-Albornoz, “Advertencia”, 7.
6 Claudio Sánchez-Albornoz, “Advertencia”, 419.
7 Claudio Sánchez-Albornoz “El régimen de la tierra y la organización militar en la España musulmana durante el siglo VIII”, en Logos I, 1,4, (1941), 53-93; “Un documento de interés para la historia del vasallaje español”, en Logos, I, II, (1942), 315-319; “Un ceremonial inédito de coronación de los reyes de Castilla”, en Logos, II, III, (1943), 75-97; “El precio de la vida en el reino astur-leonés hace mil años”, en Logos, III, VI, (1944); “Asturias resiste. Alfonso el casto salva a la España Cristiana”, en Logos, Vol. 8, (1946), 9-33; “Ante la Historia Compostelana”, en Logos, VI, X-XI, (1954).
8 Claudio Sánchez-Albornoz, “Orígenes de Castilla. Cómo nace un pueblo”, en RUBA, 3a. época, I, 2, (1943), 275-296; “Sensibilidad política del pueblo castellano en la Edad Media”, en RUBA, 4a. época, II, 5, (1948), 77-111; “Panorama general de la romanización de Hispania”, en RUBA, 5a. época, I, 1, (1956), 3-40.
9 Claudio Sánchez-Albornoz, “El culto al Emperador y la unificación de España”, en AILC, III, 1946.
10 Claudio Sánchez-Albornoz, “La campaña de la Morcuera”, en AHAM, (1948), 5-36, “Proceso de la romanización de España desde los Escipiones hasta Augusto”, en AHAM, (1949), 5-35, “Pelayo antes de Covadonga”, en AHAM, (1955), 7-20.
11 “Espíritu frente a razón en la España de los Austrias”, en Imago Mundi, I, 2, (1953), pp. 33-47.
12 Claudio Sánchez-Albornoz, Todavía otra vez de ayer y de hoy, (Barcelona, Planeta, 1982), 60.
13 Alfonso García Gallo, “D. Claudio Sánchez-Albornoz, fundador del Anuario (1893-1984)”, Anuario de Historia del Derecho Español, 54, (1984), 19 y 20.
14 Claudio Sánchez-Albornoz, “En honra de dos discípulas argentinas” Cuadernos de Historia de España, LXIII-LXIV, (1980), 384.
15 Entrevista a Reyna Pastor a cargo de Ana Rodríguez, Nuestra Historia, vol. 5 (Madrid, Fundación de investigaciones marxistas, 2018), 117-122.
16 Hilda Grassotti, “Plática escuderil. En réplica al ataque de Claudio Guillén a Sánchez-Albornoz”, Cuadernos de Historia de España, XXXI-XXXII (1960), 250-274.
17 Claudio Sánchez-Albornoz, “En honra de dos discípulas argentinas”, Cuadernos de Historia de España 63-64(1980), 383-392.
18 Claudio Sánchez-Albornoz, “Tesis premiada en Spoleto”, Cuadernos de Historia de España 61-62, 1965, 390.
19 Por citar algunos ejemplos: María del Carmen Carlé y Nilda Guglielmi, Bibliografía de Claudio Sánchez Albornoz.Homenaje con ocasión de sus cuarenta años de docencia universitaria (Buenos Aires, Coni, 1957); María Estela González de Fauve, “Don Claudio Sánchez Albornoz y el Instituto de Historia de España en Buenos Aires”, Cuadernos de Historia de España LXXVII, (2001-2002), 207-211; Nilda Guglielmi, “Homenaje a Claudio Sánchez Albornoz,”, Cuadernos de Historia de España LXXVII, (2001-2002), 211-218; Homenaje de Asturias a Claudio Sánchez Albornoz (1980), Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias; José Luis Martín, Claudio Sánchez-Albornoz (Valladolid: Junta de Castilla y León, 1986); Francisco Toro Ceballos, Claudio Sánchez-Albornoz: bibliografía (Alcalá la Real, Centro de Estudios Históricos "Carmen Juan Lovera", 1997); Homenaje al Profesor Claudio Sánchez-Albornoz (Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1964); Eloy Benito Ruano, coord., Homenaje de Asturias a Claudio Sánchez-Albornoz (Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias, 1980); Miguel Ángel Ladero Quesada, coord., Estudios en memoria del profesor D. Claudio Sánchez Albornoz (Madrid, Universidad Complutense, 1986); Fundación Sánchez-Albornoz, Buenos Aires, Instituto de Historia de España, 1990; t. VI, 1990); Reyna Pastor y otros, “Sánchez Albornoz a debate”. Homenaje de la universidad de Valladolid con motivo de su centenario (Valladolid, 1993).
20 Reyna Pastor de Togneri, “Homenaje a Claudio Sánchez-Albornoz”, Cuadernos de Historia de España 61-62, (1965), 384.
21 Reyna Pastor de Togneri, “Homenaje a …”, 388.
22 Estudios en homenaje a Claudio Sánchez-Albornoz a sus noventa años. Anexos a Cuadernos de Historia de España, (tomo I y II, 1983, tomo III, 1985, tomo IV, 1986, tomo V, Ávila, Fundación Sánchez-Albornoz, Buenos Aires, Instituto de Historia de España, 1990, tomo VI, 1990). Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Instituto de Historia de España.
23 María Estela González de Fauve, “Don Claudio Sánchez Albornoz y el Instituto de Historia de España en Buenos Aires”, Cuadernos de Historia de España LXXVII, (2001-2002), 207-211.
24 María del Carmen Carlé y Nilda Guglielmi, Bibliografía de Claudio Sánchez Albornoz, 7 y 8.
25 Un ejemplo de ellos es Alfonso García Gallo, “D. Claudio Sánchez-Albornoz, fundador …”, 5-25.
26 Para un panorama histórico de las cátedras de Historia de España en la Argentina ver Miguel Ángel Barbero, “La Historia de España en la República Argentina: Cátedras, estudios e investigaciones”, Medievalismo, 4, (1994), 218-220.
27 Alfonso García Gallo, “D. Claudio Sánchez-Albornoz, fundador…”, 9.
28 Julia Ladoux, Amicitia, vol. 8, número 32-33, Buenos Aires, Centro de estudiantes de Filosofía y Letras, (1948), 56-57.
29 Ladoux, Amicitia, 56.
30 Ladoux, Amicitia, 57.
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